Louis François Cartier fundó el primer taller de joyería en 1847, todo el mundo conoce la famosa maison francesa, pero muy pocos conocen su historia, protagonizada por una saga de orfebres que revolucionó la joyería del siglo XX.
Tras la muerte de su maestro, Cartier heredó el negocio de la Rue Montorgueil, dándole su nombre y comenzando la historia de la casa. Sus diseños seguían las modas de la época, marcadas por la aristocracia parisina y adaptándose a las nuevas tendencias

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Durante los siguientes años, la firma ganó grandes adeptos entre las clases altas de la sociedad creando joyas de gusto histórico y recreando el estilo guirnalda equivalente en artes decorativas al María Antonieta.
Las manos expertas de la familia Cartier diseñaron todo tipo de joyas cubiertas en brillantes de las lejanas minas de Sudáfrica haciendo gala de una gran perfección artesanal, investigando y experimentando en creaciones que más adelante revolucionarían el mundo de la alta joyería y su lenguaje.
S.M. Isabel Gabriela de Baviera, Reina de Bélgica. ® Cartier Archives Rey Eduardo VII junto a la reina Alexandra.
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Louis Cartier capitaneó la ruptura con los convencionalismos y llevó la Maison a las mayores cotas creativas de su historia, inspiradas en el Art Decó que tuvo su apogeo a partir de los años 20. Creó un nuevo lenguaje de joyería que rompería para siempre con las corrientes más conservadoras, construyendo la fuerte identidad de la marca desde su nueva boutique en el número 13 de la Rue de la Paix en París, donde se convirtió en leyenda de la joyería mundial.

La casa Cartier y sus creadores, artífices del esplendor de la firma, se caracterizaban por su talante inquisitivo, su fascinación por la investigación y la innovación, lo que creó por primera vez la asociación del platino con el diamante.
El platino era un metal extraordinario, casi sin explotar en aquella época, de aleación muy dura a la vez que maleable, lo que permitió a los maestros joyeros crear monturas invisibles que realzaban el brillo de los diamantes y parecían flotar sobre la piel.
Durante esos años y en su búsqueda de tendencias e inspiración, Cartier comienza a inspirarse en la naturaleza, los animales y las flores que poco a poco se irán introduciendo en los diseños hasta convertirse en motivos clave de la Maison francesa.

Cartier alcanzó la fama a comienzos del siglo XX, recibiendo varias patentes reales y convirtiéndose en una de las marcas de joyería más prestigiosas del mundo demandadas por la realeza y la jet set internacional. El Rey de Inglaterra Eduardo VII mencionó a Cartier en la célebre frase “Cartier, el joyero de los Reyes, el rey de los Joyeros”
Emblemáticos relojes con nuevos mecanismos como el reloj Tank, inspirado en los tanques que liberaron la ciudad de París al final de la I Guerra Mundial, se fundían con piezas exquisitas como el célebre broche de pantera creado por la directora del departamento de Alta Joyería, Jeanne Toussaint para la Duquesa de Windsor, que convirtió el felino en icono de Cartier con su línea Panthère.
Jeanne Toussaint.
® Cartier ArchivesLos Duques de Windsor
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“Cartier forma parte de esas empresas cuya existencia prueba que no todo en el mundo contemporáneo es maquinismo y consumo masivo, que existe todavía un espacio para otra manera de concebir la relación entre los hombres y los objetos“. Alfonso Alfaro, El arte de Cartier.
Las mujeres Cartier
Cartier ha sido desde sus inicios sinónimo de lujo y sofisticación, todas sus piezas han sido un motivo de admiración y símbolo de estatus.
La firma ha convertido sus joyas en obras de arte coleccionadas por algunas de las mujeres más famosas y poderosas del mundo.
Grace Kelly en “Alta Sociedad” lució un solitario de compromiso firmado por Cartier, un diamante de 10,48 quilates regalo del Príncipe Rainiero de Mónaco. Marilyn Monroe en la comedia“Los caballeros las prefieren rubias” (1953).
La Reina Isabel II encargó a la firma que realizara un broche en forma de flor con un diamante rosa descubierto en Tanzania en 1947. Barbara Hutton, lució la diadema Cartier creada en 1947 con las esmeraldas que pertenecieron a Maria Pavlovna, esposa del gran duque Vladimir.
